Ese acto infantil que muchas veces nos sigue hasta adultos, formando un paréntesis en el correr del tiempo, el mundo se detiene para fijar la mirada y observar ¡tienessssss una pestaña en tu rostro! Resulta imperante hacer un acto ritual frente a este hecho que pocas veces volveremos a presenciar, no puede quedar así, ¡pide un deseo! Se dice mientras ponemos la pestaña en la punta de nuestros dedos índice y pulgar, apretando bien fuerte, simultáneamente el ‘otro’ cierra sus ojos o bien mira nervioso al infinito indagando para sí cuál es el mayor anhelo que una pestaña pueda presagiar, y cuando dice ¡ya! cabe la decisión que marcará el destino, ¿arriba o abajo? Si la elección coincide con el lugar en que está adherida nuestra revoltosa insurrecta desprendida ya de sus congéneres, será la alegría inesperada del día, dejándonos el alivio de un futuro asegurado, bueno y si no, ¡ah, no importa! Estas cosas son puras supercherías de la gente, ¡no confiaré mi destino a una pestaña! Pero ojalá que para la próxima me resulte.
Confiando en que la pestaña se encontró en el lugar predicho, son múltiples las formas en que ésta continúa su camino, algunas la soplan para que se confunda en el viento, otras deben entrar entre la camisa y la piel para asegurar que lo pedido se cumplirá, y las más simplemente se pierden o se botan.
Aquel acto, resulta ser un punto de confluencia de un yo observado con un otro que mira, un tiempo fuera del tiempo que nos permite detenernos para dejarnos interpelar por lo que está más allá. Nos recuerda que para que las cosas pasen, necesitamos desear, y para que el mundo gire necesitamos de la presencia del otro, descubrimos en este espacio una parada en el camino, una detención del tiempo para contemplar, reflexionar, desear y maravillarnos. Este blog aspira a ser esta instancia de encuentro donde plasmar aquellos momentos en que parte del mundo se nos abalanza exigiendo ser mirado, pensado y repensado. Desear, finalmente, es aquello que nos mueve, a todo nivel, aquello de lo cual quedamos prendados, volviéndose maravilloso cuando nos detenemos a fraguar qué hay en él que nos moviliza o más bien qué hay en mí que me hace sentido. Pero claro, debe ser pa’ callao porque de otro modo no se cumple, así como un mal sueño no se debe contar antes de las 12:00hrs.pm. Así que de aquí no sale[1].De esta manera, el blog invita a manifestarse, a ser un alto en aquello que ha fijado nuestra atención, tratando de dejar un poco de lado el miedo a parecer cursi, porque lo somos, tal vez nos fuimos al otro extremo, por no querer serlo hemos internalizado el desinterés como una coraza protectora ante la mirada ajena. ¡Pasémonos a caca![2] Pero que no hieda, algo así como mierda[3] con olor a lavanda. La idea no es transformarse en el diario de Hello Kitty[4] escribiéndole al “querido diario lo que sentí hoy al verl@”, pero, bueno, seamos flexibles, por qué no, aquí ¡no descriminamos! si Hello Kitty[5] quiere participar no le negamos la entrada. Así, declaramos la bienvenida a todas las pela´s de cable que quieran hacerse presente en ‘El deseo de la pestaña’.
[1] Seguro
[2] Ya se nos soltaron las trenzas
[3] O popo, para no herir sensibilidades más finas.
[4] Sin ofender a sus fans.
[5] Sí, la que tod@s llevamos dentro.
Confiando en que la pestaña se encontró en el lugar predicho, son múltiples las formas en que ésta continúa su camino, algunas la soplan para que se confunda en el viento, otras deben entrar entre la camisa y la piel para asegurar que lo pedido se cumplirá, y las más simplemente se pierden o se botan.
Aquel acto, resulta ser un punto de confluencia de un yo observado con un otro que mira, un tiempo fuera del tiempo que nos permite detenernos para dejarnos interpelar por lo que está más allá. Nos recuerda que para que las cosas pasen, necesitamos desear, y para que el mundo gire necesitamos de la presencia del otro, descubrimos en este espacio una parada en el camino, una detención del tiempo para contemplar, reflexionar, desear y maravillarnos. Este blog aspira a ser esta instancia de encuentro donde plasmar aquellos momentos en que parte del mundo se nos abalanza exigiendo ser mirado, pensado y repensado. Desear, finalmente, es aquello que nos mueve, a todo nivel, aquello de lo cual quedamos prendados, volviéndose maravilloso cuando nos detenemos a fraguar qué hay en él que nos moviliza o más bien qué hay en mí que me hace sentido. Pero claro, debe ser pa’ callao porque de otro modo no se cumple, así como un mal sueño no se debe contar antes de las 12:00hrs.pm. Así que de aquí no sale[1].De esta manera, el blog invita a manifestarse, a ser un alto en aquello que ha fijado nuestra atención, tratando de dejar un poco de lado el miedo a parecer cursi, porque lo somos, tal vez nos fuimos al otro extremo, por no querer serlo hemos internalizado el desinterés como una coraza protectora ante la mirada ajena. ¡Pasémonos a caca![2] Pero que no hieda, algo así como mierda[3] con olor a lavanda. La idea no es transformarse en el diario de Hello Kitty[4] escribiéndole al “querido diario lo que sentí hoy al verl@”, pero, bueno, seamos flexibles, por qué no, aquí ¡no descriminamos! si Hello Kitty[5] quiere participar no le negamos la entrada. Así, declaramos la bienvenida a todas las pela´s de cable que quieran hacerse presente en ‘El deseo de la pestaña’.
[1] Seguro
[2] Ya se nos soltaron las trenzas
[3] O popo, para no herir sensibilidades más finas.
[4] Sin ofender a sus fans.
[5] Sí, la que tod@s llevamos dentro.
